Sentirse cansado después de una jornada intensa o de dormir mal es normal. Sin embargo, cuando el cansancio se vuelve constante, afecta tu vida diaria y no mejora con el descanso, podrías estar frente a una señal de alerta: fatiga.
¿Qué es la fatiga y en qué se diferencia del cansancio?
La fatiga es una sensación persistente de agotamiento físico y mental, que puede no estar relacionada directamente con el esfuerzo. A diferencia del cansancio común, la fatiga no desaparece fácilmente con el sueño o el reposo, y puede ser un síntoma de una condición subyacente.
¿Cuándo preocuparse por la fatiga?
Si experimentas fatiga constante por más de dos semanas, y esta interfiere con tus actividades normales, deberías consultar a un profesional. Puede estar asociada a:
- Trastornos del sueño (apnea del sueño, insomnio).
- Anemia.
- Hipotiroidismo.
- Depresión o ansiedad.
- Diabetes tipo 2.
- Cáncer o efectos secundarios del tratamiento.
- Síndrome de fatiga crónica.
Señales de alarma que deben llevarte al médico
- Fatiga que dura más de 15 días.
- Acompañada de pérdida de peso no explicada.
- Asociada a fiebre, dolor muscular o palpitaciones.
- Dificultad para concentrarte o realizar tareas simples.
- Somnolencia diurna excesiva o sensación de "niebla mental".
¿Cómo se diagnostica?
No hay una única prueba para detectar la causa de la fatiga. El personal sanitario puede solicitar:
- Analítica general (glucosa, tiroides, hemoglobina).
- Estudio del sueño.
- Evaluación psicológica.
- Historia clínica y revisión de medicamentos.
Qué puedes hacer mientras tanto
- Dormir al menos 7-8 horas por noche.
- Evitar estimulantes (alcohol, cafeína en exceso).
- Realizar actividad física regular moderada.
- Mantener horarios regulares de sueño y comida.
- Pedir ayuda si estás pasando por un proceso emocional difícil.
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